9 de octubre de 2008
La reciente noticia periodística que cuenta sobre la sanción disciplinar a una pareja de alumnos que se filmó teniendo sexo oral con el uniforme del colegio me hizo acordar a un hecho similar ocurrido aquí, en la diócesis de San Martín.
Hace un año aproximadamente, hubo un viaje de estudios con los alumnos de noveno año (14-15 -años) de un colegio parroquial de la diócesis. El viaje se realizó en un micro de dos pisos: los alumnos iban arriba, los adultos acompañantes (con sacerdote y monja incluidos), abajo. Durante dicho viaje, una parejita de alumnos no tuvo ningún problema en mentener relaciones sexuales ahí mismo en el micro, delante de sus compañeros que les hacían de campana y tapaban la situación.
El adulto que iba en ese piso, dormía. Los adultos de abajo, no se dieron cuenta de nada.
Cuando el hecho cobró estado público la "justificación" de las autoridades del colegio fue algo así como: "no podemos coartar la libertad de los alumnos, meternos más significaría invadir su intimidad"; además de aclarar que subían a ver que todo estuviera bien cada 15 minutos.
No sé cómo fueron sancionados los alumnos en cuestión (me dijeron que habían sido expulsados o privados de la renovación de matrícula, pero no pude confirmarlo). Pero sí se sabe que en vez de ser un llamado de atención sobre la realidad de los jóvenes de hoy y una oportunidad para revisar las posturas y actitudes de los adultos formadores sobre el tema, quedó como una travesura y error de los adolescentes.
Hace un año aproximadamente, hubo un viaje de estudios con los alumnos de noveno año (14-15 -años) de un colegio parroquial de la diócesis. El viaje se realizó en un micro de dos pisos: los alumnos iban arriba, los adultos acompañantes (con sacerdote y monja incluidos), abajo. Durante dicho viaje, una parejita de alumnos no tuvo ningún problema en mentener relaciones sexuales ahí mismo en el micro, delante de sus compañeros que les hacían de campana y tapaban la situación.
El adulto que iba en ese piso, dormía. Los adultos de abajo, no se dieron cuenta de nada.
Cuando el hecho cobró estado público la "justificación" de las autoridades del colegio fue algo así como: "no podemos coartar la libertad de los alumnos, meternos más significaría invadir su intimidad"; además de aclarar que subían a ver que todo estuviera bien cada 15 minutos.
No sé cómo fueron sancionados los alumnos en cuestión (me dijeron que habían sido expulsados o privados de la renovación de matrícula, pero no pude confirmarlo). Pero sí se sabe que en vez de ser un llamado de atención sobre la realidad de los jóvenes de hoy y una oportunidad para revisar las posturas y actitudes de los adultos formadores sobre el tema, quedó como una travesura y error de los adolescentes.
MNTN
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